sábado, 27 de septiembre de 2014

Genitales en peligro

Este texto fue leído en voz alta frente al respetable.

        Quiero empezar hablando por el principio, literalmente, empezar hablando del libro bíblico del Génesis. En general –confieso– me resulta inverosímil o más exactamente, increíble. No me lo creo, tiendo más a creerme eso de que venimos de los monos… y de las monas.
        Sin embargo, igualmente les confieso que hay una parte del Génesis que no sólo me resulta verosímil sino que me explica mucho de lo que ha pasado después con la literatura. El fragmento en cuestión que me resulta más que creíble es uno que dice que Adán fue el que les puso nombre a todas las cosas. La Biblia dice: “Y el Señor Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera”. Y esto yo… como que sí me lo creo. No sólo no me extraña sino que es como si lo viera: veo a Adán saliendo a hacer una excursión por el Edén y ¿a qué sale? A ponerles nombre a las cosas, a etiquetarlo todo: árbol, río, piedra…
        Dice la Biblia que Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo. Yo creo que Dios dijo que no era bueno por no decir que era aburridíiiisimo. No que se aburriera Adán por ser hombre solo (él estaba muy entretenido en lo suyo, en el etiquetado y catalogación del mundo), yo creo que se aburría Dios, que no es hombre ni mujer, que no tiene sexo (¡y no digo que por eso se aburriera!). Pero se aburría.
        Total: Dios crea a Eva, como sabemos. A mí esto de que Eva fuera creada en segundo lugar me parece relevante y revelador. Adán es la creación y Eva es la recreación. Adán puso los nombres, Eva a lo mejor puso los verbos, Adán dio sentido, Eva vio el sinsentido.
        Se dice que Dios creó a Eva de una costilla de Adán. Según leí una vez, esto responde a un simple un error de traducción. La palabra que Lutero tradujo por “costilla” se parece más a la palabra hebrea “costado”, familia en ese idioma de la palabra Sombra.
       Así que tal vez la Biblia venía a decir que Dios creó a la mujer de la Sombra de Adán. Y esto sí que me lo creo yo. La Sombra entendida como la falta, la carencia, el Lado Oscuro del hombre. Eva habría surgido de las sombras de Adán, de las zonas en que el hombre no puede –o no quiere– echar luz.
        Y va Eva y sale al maravilloso Edén ¿y qué se encuentra? Un mundo que ya está etiquetado y catalogado… Y como se pudo ver poco después: no muy abierto a las aventuras, a los retruécanos, ni ironías ni dobles sentidos.
                                                            *
        Siento yo que son los Adanes del mundo los que han escrito y definido lo que es Literatura y lo que no; lo que es literatura buena o mala; literatura “menor” o Gran Literatura o Literatura con Mayúsculas, como a muchos les gusta decir, me parece a mí que como emocionados… casi diría erotizados…
        Cuando ellos dicen Gran Literatura suelen referirse a obras comparables con grandes obras de ingeniería, que tanto les gustan a los hombres; hablan de una novela y parece que estuvieran hablando de un Boeing grande y poderoso, de un cohete que se lanza al espacio; y tiene que tener estructura, motor, fuerza; y todas las piezas tienen que encajar, dicen, con perfección de relojero, y más vale que no sobre ni le falte ninguna ¡y mucho menos que le falte un tornillo!
       Considerada así, una Gran Obra Literaria no se podría comparar con los simples lirios del campo…
                                                         *
         Para que una mujer destaque en un mundo de hombres tiene que ser muy inteligente y le cuesta el doble de esfuerzo… ¿Ustedes han escuchado a alguien decir eso? Seguro que sí. ¡Yo lo he escuchado tantas veces! Pero hagan memoria: esta es una frase que dicen a veces algunas mujeres. Yo nunca se la he escuchado a un hombre. “Para que una mujer destaque en un mundo de hombres tiene que ser muy inteligente y le cuesta el doble de esfuerzo”… En boca de un hombre esta frase sería misógina. Y en boca de una mujer… también lo es.
       Pues sí, debe de ser difícil y agotador, escribir libros con las palabras que acuñó Adán, doblegarse constantemente a una forma –y seguro también un fondo– que no es propio de una o de uno… Triunfar en un mundo de machos les cuesta mucho incluso a algunos hombres.
        Espero que se entienda que no estoy hablando de cromosomas, de lo que por fuera llamamos hombre/mujer. Estoy hablando de lóbulo izquierdo y lóbulo derecho del cerebro, de polaridades, de yin y yang.
         Estoy hablando de visión viril “versus” visión femenina del mundo. De polos opuestos: de la mirada hacia afuera, que busca la grandiosidad, la expansión y la apariencia versus la introspección y la esencia, lo pequeño, lo breve.
         Augusto Monterroso decía que él quizás hubiera podido escribir grandes novelas, pero que le gustaba demasiado echarse en el campo panza arriba a mirar las formas de las nubes…
         Ustedes dirán con razón: pero Monterroso sí era considerado buen escritor en este mundo de Adanes. Bueno, sepan que yo he oído gente referirse a él como a un escritor “menor” (no puedo evitar meter esto siempre entre comillas).
        Yo, como escritora –¡y además zurda!–, sí me siento lidiando en un campo de hombres, de Adanes, de lóbulos izquierdos dictatoriales y furibundos…
                                                         *
       Quiero contar una anécdota personal, íntima. Hará una década me dejó un novio. Cómo sufrí, ¡qué risa!, iba llorando por todas las esquinas. El caso es que una noche, entre tirarme por la ventana y escribirle una carta, opté por la carta. Creo que nunca en mi vida había escrito así: con el corazón palpitando en la palma de la mano. Le di “enviar” y al día siguiente él me respondió. ¿Saben qué decía su email? “¡Qué bien escribes!”. Eso me respondió.
           … Era para replantearse por la opción de tirarse por la ventana, ¿no?

          ¿Por qué escribe una? ¿De qué escribe una? ¿Para qué?
           “La palabra le ha sido dada al hombre para ocultar su pensamiento”, dijo creo que Voltaire, no estoy segura. Pero un francés, de fijo. Hoy día por aquello de la igualdad habría que decir: la palabra le ha sido dada al hombre –y a la mujer– para ocultar su pensamiento.
        Pero no. Es más cierto para los hombres, creo yo. Escriben para ocultarse. Les parece de mal gusto eso de escribir para mostrarse. Y es verdad que, algunas mujeres, tal vez para encajar en un mundo de Adanes, escriben para ocultar lo que piensan… y lo que sienten.
         A raíz de mi novela Marzo todopoderoso, un hombre de la vieja guardia (un hombre, ya saben), me dijo: La felicito como escritora y la compadezco como mujer.
         Habrá visto peligrar sus genitales, y con toda la razón.


Ponencia "Literatura y Feminismo" en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México
(Tócate los cojones)