lunes, 6 de abril de 2015

¿Estamos hablando de amor?

 A propósito de VIAJE, la película de Fábrega


Lo peor de Viaje es el final y por eso lo menciono de primero: para no terminar este elogio con el triste mal sabor que deja ese inmerecido final.
No he oído de nadie a quien Viaje lo dejara indiferente. Uno sale de la película pensando: a qué diantres llaman los jóvenes “amor”. Amor es cualquier cosa o ninguna. Amor con comillas, sin comillas, en cursiva o subrayado.
¿Es Viaje una película de amor?, creo que esa es la pregunta vertebral. El film se llama Viaje como también pudo llamarse Amor, a secas, sin vaselina.
Viaje retrata a una generación y sobre todo una clase social muy exclusiva: algo así como unos chancletudos pipis, una estirpe que existe aquí, sí, no sólo en las ciudades que salen en los perfumes (NY, London y Paris), sino también en estos andurriales.
Hay algo “liberado” y algo esclavo en esos jóvenes personajes, quizá más evidente en ella, la personaje femenina: pese a todo, pese a ser una lanzada jovencita del siglo 21, va a la zaga de un hombre, como todas desde hace siglos. La directora no lo juzga, no lo condena, ni lo redime: es así, y punto. No se está lanzando un mensaje, ya saben, lo que antes se llamaba moraleja. Por lo demás, yo creo que es cierto, sigue siendo así: muy liberadas y lo que sea, pero en el fondo bastante machistas. Cuando el hombre no está (porque está ocupado a lo suyo) ella se queda sin saber qué hacer. Tal vez a la personaje le faltan veinte años para darse cuenta de ello. Viaje 20 años después: esa otra película también quiero verla.
Los actores, en su punto; él, pasmosamente guapo, característica esta importante en este personaje: roza un poco cierta histeria masculina que se da más en los bellos.
No hay guion y se nota. No habiendo guion creo yo que debió haber más tijera. Pero forma y fondo están compenetrados en este film. El blanco y negro es crucial, irrenunciable. El aire de documental. Porque Viaje es un documento. Cada vez lo será más.