A propósito de VIAJE, la película de Fábrega
Lo peor de Viaje es
el final y por eso lo menciono de primero: para no terminar este
elogio con el triste mal sabor que deja ese inmerecido final.
No he oído de nadie
a quien Viaje lo dejara indiferente. Uno sale de la película
pensando: a qué diantres llaman los jóvenes “amor”. Amor es
cualquier cosa o ninguna. Amor con comillas, sin comillas, en cursiva
o subrayado.
¿Es Viaje una
película de amor?, creo que esa es la pregunta vertebral. El film se
llama Viaje como también pudo llamarse Amor, a secas, sin vaselina.
Viaje retrata a una
generación y sobre todo una clase social muy exclusiva: algo así
como unos chancletudos pipis, una estirpe que existe aquí, sí, no
sólo en las ciudades que salen en los perfumes (NY, London y Paris),
sino también en estos andurriales.
Hay algo “liberado”
y algo esclavo en esos jóvenes personajes, quizá más evidente en
ella, la personaje femenina: pese a todo, pese a ser una lanzada
jovencita del siglo 21, va a la zaga de un hombre, como todas desde
hace siglos. La directora no lo juzga, no lo condena, ni lo redime:
es así, y punto. No se está lanzando un mensaje, ya saben, lo que
antes se llamaba moraleja. Por lo demás, yo creo que es cierto,
sigue siendo así: muy liberadas y lo que sea, pero en el fondo
bastante machistas. Cuando el hombre no está (porque está ocupado a
lo suyo) ella se queda sin saber qué hacer. Tal vez a la personaje
le faltan veinte años para darse cuenta de ello. Viaje 20 años
después: esa otra película también quiero verla.
Los actores, en su
punto; él, pasmosamente guapo, característica esta importante en
este personaje: roza un poco cierta histeria masculina que se da más
en los bellos.
No hay guion y se
nota. No habiendo guion creo yo que debió haber más tijera. Pero
forma y fondo están compenetrados en este film. El blanco y negro es
crucial, irrenunciable. El aire de documental. Porque Viaje es un
documento. Cada vez lo será más.