Gertrude Stein “quiso traducir el cubismo de la pintura
abstracta a la literatura” -dice wikipedia- y fue cuando hizo
aquello de escribir un libro con “una rosa es una rosa es una rosa
es una rosa es una rosa”, en una especie de tautología verbal,
dicen los expertos, o lora embarrada de mierda, que se diría en
círculos menos especializados pero no menos concomitantes.
A lo mejor una puede hacer un libro con sólo esa frase, pero yo
diría que con el objetivo de poner un único ejemplar en un museo
entre las pinturas cubistas, no para mandárselo a un editor para que
en serio considere su publicación. Publicarlo implicaría que
alguien lo comprase y se sentara a la luz de la lamparita de noche a
leer: una rosa es una rosa es una rosa es una rozzzz...
Un editor escribió así su carta de negativa de publicación a
Stein:
“Yo
soy sólo uno, sólo uno, sólo uno. Sólo un ser, uno a la vez. Ni
dos, ni tres, sólo uno. Sólo una vida por vivir, sólo sesenta
minutos en una hora. Sólo un par de ojos. Sólo un cerebro. Sólo un
ser. Siendo sólo uno, teniendo sólo un par de ojos, teniendo sólo
un tiempo, teniendo sólo una vida, no puedo leer su MS tres o cuatro
veces. Ni siquiera una vez. Sólo una mirada, sólo una mirada es
suficiente. Apenas una copia podría venderse. Apenas una. Apenas
una.”
Dicho lo cual, hago primero que nada “mea culpa” por haber
permitido que la película experimental Muñecas rusas
entrara a concursar y ser exhibida normalmente en el Festival de Cine
CR. Sucede que ese film nos puso “en jaque” a los miembros del
comité de selección: no es un mal producto, no es novato, no es una
porquería, no es resultado
de la improvisación, sí es
cine, sí es producto
de un conocimiento y no de un director advenedizo... Así
que rechazarlo
era quizás más arriesgado que aceptarlo,
porque los que hacemos cine (ese
mal cine que entretiene y te mantiene pegado a la pantalla)
sabemos que no hay monstruo más temido que el que no
se ve.
Dicho
sea en este momento: una cosa es entretener y otra interesar.
Entiendo que alguien diga “no hago cine para entretener a nadie”.
Ahora bien, nunca oí a nadie decir “me propuse hacer una película
que no interesara a nadie”, aunque
a veces es lo que parece...
También
estoy de acuerdo en que no se le concediera ningún otro premio
(dirección de arte, fotografía...) porque quienes trabajan en esos
oficios saben que la calidad de su trabajo se mide por estar al
servicio de una trama, de una historia, de algo equis que es lo que
hace que querás
ver la película de pe a pa. Haber dicho “pero está muy linda la
foto”, habría sido
muestra de gran ignorancia.
En cuanto a Jurgen (la madre de la criatura), les voy a hacer una
profecía: su gran película va a ser la próxima. Lo digo sin un
ápice de ironía: Jurgen hará un peliculón. Van a ver. Nos lo
debe.
martes, 18 de noviembre de 2014
sábado, 8 de noviembre de 2014
El Respetable son ustedes...
En
general yo prefiero dar mi opinión sólo cuando NO me la piden, como
saben todos los que me han sacado de su facebook. En este caso haré
una excepción y voy a recomendar al Respetable (sí, ustedes, aunque no se lo crean) los siguientes
trabajos del Festival de Cine de CR:
-El lugar indeseado (Álvaro Torres Crespo, documental): sólo el título es un verso. Preciosidad de trabajo, contado en el tiempo exacto, no le falta ni le sobra ni un segundo. También encontró el punto exacto entre acercamiento y distancia con los personajes. El paisaje expuesto en su justa medida: nada postalero. Ni drama ni lastimita en su acercamiento al problema.
-Los volátiles (Alexandra Latishev, documental): este documental es tan bueno que uno cree que vio una ficción. Trabajo que desborda humor e inteligencia. Simplemente uno se pregunta cómo contaron con tanta “suerte”, por tener ese personaje y esos acontecimientos: probablemente la mejor pregunta que se puede hacer uno ante un documental.
-Salir a volar (Ana Faerrón, Daniela Martínez, Sarita Bonilla, documental): yo no lloro viendo una película desde E.T. Este documental me sacó las lágrimas... cierto que más de rabia e impotencia que otra cosa. Estructura original y valiente, en dos partes, sin necesidad de dar explicaciones.
-GW 100% tico (Cloves Mendes, documental): Ay, dios: ¿este GW de verdad existió? Quiero decir ¿y no era inmortal? Puede que más que la factura de este trabajo impacte el personajazo. Pero hay que verlo, hay que recordarlo, hay que volverlo a llorar.
-San Francisco en la Chureca (Rossana Lacayo, documental): trabajo minucioso, laborioso, paciente, profundo, emotivo. El corazón se desgarra y se emociona por partes iguales.
Un gran año para el documental, este. En ficción, así a pura memoria emotiva:
-Musgo (Ariel Escalante, cortometraje): una historia de amor, ni más ni menos... o sí, un poco más que menos. Maestría del lenguaje cinematográfico.
-Oleaje (Nicolás Solera, cortometraje): Film redondito, bien hecho, muy bien contado, que mantiene el interés y conmueve.
-El proyeccionista (Nicole Villalobos, corto): un tándem brillante entre Nerina Carmona y Daniel Ulibarri. Cuando se acaba uno queda con ganas. Humor y algo de sordidez... muy bien tratada.
Y por último, para cinéfilos:
-Bella (Maricarmen Merino, corto): para mí, una revelación. Un juego con el tiempo, con la realidad y la ficción, con todo el lenguaje... Un corto hermoso y apabullante. Una sensibilidad fuera de serie.
-El lugar indeseado (Álvaro Torres Crespo, documental): sólo el título es un verso. Preciosidad de trabajo, contado en el tiempo exacto, no le falta ni le sobra ni un segundo. También encontró el punto exacto entre acercamiento y distancia con los personajes. El paisaje expuesto en su justa medida: nada postalero. Ni drama ni lastimita en su acercamiento al problema.
-Los volátiles (Alexandra Latishev, documental): este documental es tan bueno que uno cree que vio una ficción. Trabajo que desborda humor e inteligencia. Simplemente uno se pregunta cómo contaron con tanta “suerte”, por tener ese personaje y esos acontecimientos: probablemente la mejor pregunta que se puede hacer uno ante un documental.
-Salir a volar (Ana Faerrón, Daniela Martínez, Sarita Bonilla, documental): yo no lloro viendo una película desde E.T. Este documental me sacó las lágrimas... cierto que más de rabia e impotencia que otra cosa. Estructura original y valiente, en dos partes, sin necesidad de dar explicaciones.
-GW 100% tico (Cloves Mendes, documental): Ay, dios: ¿este GW de verdad existió? Quiero decir ¿y no era inmortal? Puede que más que la factura de este trabajo impacte el personajazo. Pero hay que verlo, hay que recordarlo, hay que volverlo a llorar.
-San Francisco en la Chureca (Rossana Lacayo, documental): trabajo minucioso, laborioso, paciente, profundo, emotivo. El corazón se desgarra y se emociona por partes iguales.
Un gran año para el documental, este. En ficción, así a pura memoria emotiva:
-Musgo (Ariel Escalante, cortometraje): una historia de amor, ni más ni menos... o sí, un poco más que menos. Maestría del lenguaje cinematográfico.
-Oleaje (Nicolás Solera, cortometraje): Film redondito, bien hecho, muy bien contado, que mantiene el interés y conmueve.
-El proyeccionista (Nicole Villalobos, corto): un tándem brillante entre Nerina Carmona y Daniel Ulibarri. Cuando se acaba uno queda con ganas. Humor y algo de sordidez... muy bien tratada.
Y por último, para cinéfilos:
-Bella (Maricarmen Merino, corto): para mí, una revelación. Un juego con el tiempo, con la realidad y la ficción, con todo el lenguaje... Un corto hermoso y apabullante. Una sensibilidad fuera de serie.
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