lunes, 11 de junio de 2018

MAYBE MANAGUA: UNA ESPIRAL DEL GUION A LA NOVELA

Hilda Hidalgo escribe sobre la novela Maybe Managua

(publicaremos sólo la primera parte, para no hacer spoiler...)


Maybe Managua es un viaje en espiral; una caída hacia lo profundo de sí mismo, hacia el infierno de sí mismo. Cuenta la historia de Juan, un arquitecto español cincuentón que viene a Costa Rica para descubrir “el nuevo mundo” –y para huir del suyo–. Tras fracasar en sus negocios, Juan emprende un viaje a Managua, junto a un colorido pájaro amaestrado que le permitirá alcanzar el “oro prometido”.

La tercera novela de la escritora costarricense Catalina Murillo fue, primero, un guion de cine; de una road movie. Los vestigios de su origen cinematográfico se pueden sentir en la narración construida a partir de acciones e imágenes. Pero lo cierto es que respira literatura en cada renglón.

El cine y la literatura son artes narrativas. Incluso, como dice el guionista Jean-Claude Carrière, ambas tiene un origen común en la narración oral que entretiene a la humanidad desde hace, al menos, 5000 años. Para Carrière, novelistas y cineastas no son otra cosa que cuentacuentos.

Ahora bien, los recursos utilizados en el cine son de naturaleza muy diferente a los de la literatura. En cine narramos a partir de imágenes y sonidos: como en los sueños. La literatura en cambio hace su magia a través de la palabra. Catalina domina ambas formas de narrar: la escrita y la visual-sonora. En Maybe Managua, el formidable uso del lenguaje nos atrapa de inicio a fin, con maestría y con un estilo único y propio.

Quisiera resaltar tres de sus cualidades más potentes. Primero, la precisión. Cada palabra es la palabra justa y, por cierto, también la más evocadora.  Parece que no sobran ni faltan palabras. Es una literatura económica, eficaz y muy exacta.

En segundo término, sobresale la picardía de la palabra. Ese sentido del humor, ya no negro, sino tinto como el café más fuerte. Catalina juega con el sentido, el doble sentido y el sinsentido. Nos obliga a estar siempre alertas para no perdernos ningún truco de malabares que ande escondido por ahí.